Y cayó la pluma intensa en su papel,
Manchando en el camino el borde de las nubes amarillas.
Dejando, detrás, sombría la noche;
Que ahora, las cigarras la olvidan por su embriaguez.
Y el tiempo pasajero,
Una vez más, en su sinuosa velocidad,
Ha cobrado una víctima.
La lluvia, de agua tinta, que ha marcado el bosque de la cigarra,
Y el suelo, que vino luego a alumbrar el día.
No quedan escombros, solamente, el cadáver, que será sedimento de la misma cigarra.
Que ayer, quedó cubierta de tinta,
Ayer, que padeció de amnesia.
Y el tiempo pasajero,
Una vez más, en su sinuosa velocidad,
Ha cobrado una víctima.
Que recen el resto, de los que frecuentaron a la cigarra,
Porque el tiempo se detenga, y por que no hayan más tormentas de tinta,
Que destinen sus nubes,
Y nos dejan perplejos, al tratar de entendernos, como el fósil que será sedimento.
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